EL EQUILIBRIO ENTRE LOS COSTES DE CALIDAD Y NO CALIDAD (Segunda parte)
El coste de lograr la buena calidad no asciende tan bruscamente en esta representación. Como resultado la curva de costes totales de calidad tiene una forma distinta y alcanza su punto óptimo en el nivel de calidad del 100%, esto es, en el punto de cero defectos. Estas empresas han logrado un sonoro éxito al implantar está política. Aunque el objetivo de cero defectos es inalcanzable en la práctica, las técnicas tendentes a reducirlos, que examinaremos más detalladamente en los siguientes epígrafes, se han revelado como extremadamente provechosas. Las razones apuntadas para explicar este éxito, van desde el hecho de que los costes de la mala calidad habían venido subestimándose, por la dificultad de su medición, que no había valorado de forma correcta el impacto de un programa de gestión de la calidad en las empresas, que no se tenía en cuenta la importancia del compromiso de los empleados para lograr un incremento de la calidad a un coste mínimo, hasta que no se prestaba suficiente atención a la calidad del producto en las primera etapas del diseño. Tradicionalmente se había pensado que existía un nivel óptimo de calidad que no interesaba superar, ya que los consumidores no sabrían apreciarlo y no estarían dispuestos a pagar el precio superior que, necesariamente, deberían fijar las empresas por sus mayores costes. Sin embargo, estas empresas no sólo han demostrado que los consumidores están dispuestos a pagar más por una mayor calidad, sino que incluso han creado nuevos mercados para productos de calidad elevada, de los que obtienen grandes rendimientos.
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